miércoles, 30 de septiembre de 2009

-Odio al amor
el mismo que por fin me encontro
y que, como regalo
me sentó tan cerca de la gloria.
Nunca más, lo se.
Odio a a la soledad
por su lealtad, su oportunismo
su fiel compañia
y la manera que tiene de burlarse de mi.
Odio este sentimiento de culpabilidad
que consigue anular toda mi mente,
me bloquea inutilmente
y me maneja a su insultante antojo.
Odio al mar
siempre en mi corazón,
presente y doloroso
tan lleno, repleto de todo
y tan lejos como el primer día.
Odio mi cobardía
y a todo mi ser,
como la carroña putrefacta
goteando, intentando encontrar
un último aliento.
Me odio
por compasión y costumbre,
un poco más si cabe.-